jueves, 1 de septiembre de 2011

GADAFI; MACHO MACHOTE


Muamar Gadafi/Foto El País
 Estos líderes mundiales son la bomba. No tienen suficiente con someter a un país durante décadas, a ejercer su tiranía sin rubor y a promover y alentar guerras sin despeinarse. Les parece poco y deciden soltar esa lengua que les define como auténticos pensadores para aleccionar a las masas, y es entonces cuando nos regalan perlas impagables.
Muamar Gadafi es uno de esos personajes -paradigma de la intelectualidad- que en su infinita generosidad no sólo ha decidido enfrentarse brutalmente a la decisión de un pueblo rebelado contra su opresor, sino que se afana en exhortar a sus seguidores a una lucha cruenta y fratricida.  
Como referente para su pueblo, lejos de enfrentar la situación con dignidad y facilitar una transición pacífica, ha hecho lo que todo patriota que se precie debería hacer en semejantes condiciones: huir y esconderse, no sea que a los insurrectos se les ocurra presentarlo ante un tribunal que le pida cuentas de sus atrocidades.
Pero incluso en circunstancias tan complejas se esfuerza por alentar a sus seguidores a una confrontación sangrienta, aunque eso signifique que su sometido país “sea pasto de las llamas”.
“No vamos a rendirnos. No somos mujeres”, ha dicho en un arrebato de hombría indiscutible y solemne integridad.
Y se ha quedado tan ancho.
Si el asunto no fuese tan serio creería que semejante joya se le habrá ocurrido cuando esperaba a que le subiese el tono del tinte, durante una sesión de implante de cabello o mientras se ataviaba para resucitar a los Village People. Todas ellas actividades muy loables, pero que seguro le han restado tiempo para conocer la realidad de su país, en el que la inmensa mayoría de las mujeres los tienen mucho mejor puestos que su menguado cabecilla.
 O será que le ha afectado el líquido de la permanente.
En cualquier caso, ni atisbo de duda de que Gadafi es arquetipo del macho machote. Faltaría más.

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