lunes, 25 de mayo de 2015

TIEMPO DE CAMBIO, TIEMPO DE POLÍTICA

Resultados de las Elecciones Municipales del 24 de Mayo / Fuente: El País



Después de una jornada electoral todos los partidos políticos ganan, nadie pierde, o eso se empeñan en decir con una sonrisa forzada, histriónica, mientras aprietan los dientes recordando la frase de la tonadillera entrullada, esa de “dientes, dientes, que es lo que les jode”. Pues eso, que por unas cosas o por otras, todos sonríen, aunque unos con menos motivos que otros.
 
Véase, si no, cómo los dirigentes del PP se afanan en mostrar su lado más festivo diciendo, por ejemplo, que todos les envidian por haber sido el partido más votado. A Carlos Floriano se le olvidó que por el camino se han dejado unos cuantos miles de electores decepcionados que decidieron darles la espalda y que han hecho que pierdan el poder en feudos hasta ahora exclusivos y fieles, algo impensable hasta ayer mismo. Amarga victoria.

Pedro Sánchez, la cara galana del PSOE, hincha el pecho para erigirse en líder de la mayor fuerza de la izquierda, aunque también haya perdido por el camino otros cuantos miles de votos, que han preferido mecerse en los brazos de Podemos y agrupaciones similares resguardadas bajo el mismo paraguas. Recupera, eso sí, bastiones históricos, siempre que le apoyen los que se ha cansado de llamar populistas; los de la coleta, vaya. Dulce extravío.
 
Los emergentes, los de sin experiencia previa, los que eran poco menos que el demonio con tridente, son en muchos casos San Pedro; vamos, los que tienen las llaves de los cielos de un buen puñado de Consistorios y Comunidades Autónomas. Otro ¡zas! en toda la boca.

Entre los morados de Podemos y los naranjitos de Ciudadanos han dado un revolcón a los dinosaurios. No les derriban pero les han dado unas dentelladas en los cuartos traseros que les han hecho agacharse y mirar abajo, que es una dirección a la que habían perdido la costumbre de echar el ojo.
 
Si se interpretan los resultados de las Elecciones Municipales en clave nacional -es como se están viendo estos comicios desde meses antes de celebrarse-, como si no, lo cierto es que obligan a abrir puertas y ventanas, a que corra el aire y se lleve a tantos paquidermos como han campado a sus anchas por los verdes pastos de las instituciones durante décadas. Y se han producido hasta tornados, que harán levantarse de sus poltronas a los más carcas, a los que se habían fosilizado aferrados al sillón casi desde que sus madres les trajeron al mundo.

Lo que ha salido de las urnas, además de un batiburrillo de siglas, es unos Consistorios y unos Parlamentos multicolor, en los que habrá que hablar, que negociar; en definitiva: HACER POLÍTICA; un ejercicio casi olvidado en tiempos de grandes mayorías que han apuntalado grandes soberbias.
 
Toca ahora sentarse y dar, de una vez, protagonismo a los ciudadanos, a los electores; alzar la mirada más allá del ombligo. Falta que los elegidos sepan estar a la altura y hacer de verdad política, en la acepción más ética de la palabra. Así sea.


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