martes, 27 de diciembre de 2011

GRACIAS


Mouses en grupo, en equipo, en red
Gracias por la compañía, por el cariño, gracias por la amistad, por el afecto. Por respetar la intimidad, por hacer confidencias, por escuchar con interés, por expresar simpatía.
Gracias por la efusividad, por ser cordial, por la dulzura, por momentos de ternura. Por regalar una caricia, por esbozar una sonrisa, por la defensa apasionada, por dedicar algún mimo.
Gracias por momentos gratificantes, por acompañar en la impaciencia, por velar las turbaciones, por calmar el desasosiego, por alejar la inquietud.
Gracias por decir “no”, por reprender, por advertir; gracias por regañar, por corregir, por enseñar.
Gracias por compartir la alegría, por reír a carcajadas, por brindar por la vida, por derrochar optimismo.
Gracias por los abrazos. Gracias por los “clic”.
Gracias a los que estáis. Y a los que poco a poco se alejan, porque dejan espacio para que crezcan los que quieren acompañar y celebrarlo.
Salud, buena conexión. Y millones de gracias.


miércoles, 21 de diciembre de 2011

LOS NIÑOS DE LAS BOLAS


Bolas del sorteo de la lotería de Navidad en uno de los bombos

Otro año más, con la puntualidad de un reloj suizo, los niños de San Ildefonso vuelven a llenar hogares y comercios, calles y negocios, de la música que desde hace décadas marca el inicio de la Navidad. El sorteo de lotería más esperado del año reparte recuerdos e ilusiones, además de –dicen- un montón de dinero.

Vuelven los niños cantores a resonar en los tímpanos, nerviosos pero con voz firme, que para eso han estado ensayando todo el año.

La bola sale del bombo y se desliza por el embudo metálico hasta tocar el cristal de otro pequeño depósito en el que pocas veces entra con determinación. Y se empeña en girar sobre la boca, como dudando si dejarse caer de una vez o tirarse al suelo para poner en danza a todo el personal.

-       Cuarenta y siete mil trescientos noventa y uno. 

-       Mil euros.

Y otro giro al bombo. Y millones de personas pendientes de que el dichoso niño saque de una vez su bola; la que lleva impreso su número, se entiende.

Y el niño que no acierta a cantar el número y se atasca. Y el otro niño que mira sorprendido a su compañero. Y el primero con cara de “trágame, tierra”, hasta que al final se arranca y canta. ¡Uf, vaya trago!

Otra vuelta al bombo y otra pareja de niños. Y vuelta a empezar. 

La bola que sale del bombo, el niño que canta el número, el compañero que canta el premio. Y otra vez que el número no coincide. A seguir agudizando el oído.

Y otra bola más. Ahora gira sobre el cristal, y gira, y gira, y al final acaba en el suelo.
 El niño corre tras la bola. La bola da un bote y se echa a rodar. Cuanto más corre el niño más se apresura la bola. 

El salón de loterías y el resto del país conteniendo la respiración. Y Jonathan Javier persiguiendo la bola hasta que al final la alcanza. Todo el mundo respira al fin. El niño vuelve a su puesto y canta por fin el premio.

-       Mil euroooos.

Tanto sobresalto para eso.

Avanza el día y el gordo no sale. “Claro, como es gordo, le cuesta”, bromea el gracioso.
Cuando consigue librarse del corsé de alambres, el gordo sale, siempre sale, y con él llega la algarabía. Sorpresa, expectación, nervios y un bullir de gente que no sabe muy bien donde va.

Los agraciados aparecen poco después dando saltos de alegría y derramando cava, como si quisieran acabar con la sequía empapándose de alcohol. 

Que si está muy repartido, que si ha alegrado la Navidad a los trabajadores de un polígono en crisis, que si ha tocado donde más necesidad había. No sé qué tiene el dinero que todos quieren tapar agujeros con él.

Y los que no han corrido igual suerte se consuelan con eso de que lo importante es la salud.

Tan seguro como que cada 22 de diciembre se celebra el sorteo de la lotería de Navidad y dos días después es Nochebuena.


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